Las colonias son un buen momento para romper la rutina del curso escolar pero también, y sobre todo, para desconectar del día a día. Significan también aprender a compartir, divertirse con los amigos y disfrutar de la naturaleza. La pasada semana, algunos niños, jóvenes, educadores y educadoras del Casal volvieron de colonias y así nos lo cuentan.
¡Pórtate bien!, ¡Cuídate!
¡Tienes la linterna en la mochila pequeña!»
En la Plaza Folch y Torres del Raval de Barcelona se oyen de fondo las últimas instrucciones que dan los padres y madres antes de irse. En medio de la plaza, niños con caras adormecidas que transmiten sentimientos de nervios pero sobre todo de ilusión. Después de los abrazos de despedida y alguna que otra lágrima, el autocar finalmente se pone en marcha para dejar la ciudad durante unos días.
La última semana y repartidos por el territorio catalán, algunos grupos de niños y jóvenes del Casal estaban aún de colonias: del Montseny hasta el Pla de l’Estany, pasando por el Gironès y el Ripollès, instalados en casas de colonias o albergues, rodeados de naturaleza y ocupados todo el día haciendo actividades. «Durante las colonias, los niños y niñas aprenden a pasar los días sin los estímulos habituales: televisión, videojuegos, ordenadores, móviles… Aprenden a jugar, a conversar con sus compañeros y amigos y así se crean relaciones más allá de lo material. «Nos cuenta Cristina Artacho, educadora del Casal de Santa Coloma, que pone énfasis en el hecho de que durante las colonias, educadores son, por encima de todo, acompañantes de emociones:» Alejados de su casa, los niños son ellos mismos, se reencuentran con quienes son. Se ve muy claro el último día, cuando algunos desean volver a casa y otros, en cambio, preferirían quedarse allí, lejos de su realidad.» Hay que saber cómo gestionar las emociones durante el curso escolar, pero sobre todo durante las colonias; son días muy intensos tanto por los niños y jóvenes como para el equipo educativo.
Y también es momento para la reflexión.
«¿Por qué en la ciudad vivimos todos pegados unos a otros?, ¿Por qué no hay animales como en la montaña?»
Estas son algunas de las preguntas que se hacían algunos niños desde lo alto del Montseny, observando Sant Celoni de fondo. «También reflexionamos sobre por qué en la montaña nos sentimos más tranquilos que en la ciudad. Hay niños que incluso decían que pedirían a sus padres ir a vivir a un pueblo!» Nos cuenta también Cristina. Añade que las colonias son un momento idóneo para educar de una manera integral: «Ya de buena mañana, el equipo de educadores y educadoras estamos bailando en las habitaciones para dar los buenos días a los niños como se merecen. Después de vestirse y lavarse la cara, hay que cargar pilas: «Les sorprende que haya tanta comida para desayunar. Y a nosotros nos ha sorprendido que no hayan pedido comida industrial ningún día, han acogido muy bien la comida saludable que hemos propuesto.» La tarde se combina con todo tipo de actividades, que van de las gincamas y juegos tradicionales, a las manualidades y las excursiones por la montaña. Pero las actividades estrella son refrescarse en la piscina y el momento de la noche donde todo el mundo se estira y contempla las estrellas. Para algunos, es la primera vez que ven un cielo tan estrellado, y para la mayoría, es la única vez en todo el año que están tan lejos de la ciudad.
Y aparte de diversión, las colonias también generan momentos de aprendizaje. El equipo de educadoras y educadores destaca el trabajo que se hace en torno a la responsabilidad, tanto individual como dentro del grupo, así como la capacidad de compartir, decidir y de trabajar en equipo; las colonias no sólo son diversión, que también, sino sobre todo aprender a convivir y gestionar conflictos. Como afirma Juanma Martín, el ocio educativo es una parte imprescindible de la educación de los niños.
Una experiencia de aprendizaje tanto para pequeños como grandes
«El equipo de voluntarios y de prácticas que nos acompaña en esta aventura que son las colonias reconoce que es una experiencia muy gratificante: te hace revivir la infancia y te hace compartir momentos muy bonitos con los niños y niñas, y donde no sólo se potencia los vínculos entre ellos sino también entre nosotros.» explica Marta Sebastià, educadora del grupo de Petits del Raval. Noelia Corbalán, educadora del Centre Obert Adolescent del Raval, añade que las colonias «han sido un aprendizaje tanto para ellos y ellas como para nosotros. Cada momento nos ha permitido acercarnos a la realidad de cada chico y chica; dialogando y escuchando sus voces hemos podido entender mejor sus intereses y necesidades». Y eso te hace crecer como educadora y como persona.
Y con tantas actividades y emociones, el tiempo pasa muy rápido y todo el mundo sabe, unos más conscientes que otros, que tarde o temprano llega el momento de volver. Y tal como dice Marta Sebastià: «Los abrazos, besos y lágrimas son símbolos indiscutibles del agradecimiento y la satisfacción de unos y otros, e inevitablemente, marcan el final del verano.»
A continuación, os dejamos tres divertidos vídeos de algunos momentos de estas últimas colonias: