Shamir entra en el Casal como si entrara en su casa. Solo cruzar la puerta, recibe miradas familiares, encajadas de manos entre sonrisas y alguno que otro abrazo del equipo educativo y personas voluntarias del Casal dels Infants de Badalona. «Voy un momento arriba a saludar», dice antes que empecemos la entrevista y nos explique su paso de participante a voluntario en el Casal. «Arriba» quiere decir al segundo piso del edificio de la antigua escuela La Betsaida, que hoy es la central del Casal en Badalona. Allí hay la sala de jóvenes, y como él esperaba, se encuentra con compañeros y compañeras del Casal Jove, su educadora, Anna Fabón, y personas voluntarias, todo el mundo alegrado por la visita de Shamir.
Shamir Ahmed Rifat tiene 21 años. Hace doce años que está como participante del Casal y seis meses de voluntario. La idea de hacer voluntariado le surgió a raíz del impulso que los educadores y educadoras daban al grupo para autogestionar actividades y dinámicas. Así, Shamir decidió hacerse voluntario en el mismo grupo que era participante. Un día era voluntario, el resto de la semana, joven. Aquellas tardes ayudaba a los compañeros y compañeras con refuerzo escolar. Ayudaba, sobre todo, con las matemáticas, que es su asignatura preferida, y en inglés.
Además, pudo proponer una actividad más dinámica, de la cual era responsable: el criquet. «Es un deporte muy popular en Asia, y muchos jóvenes somos del mismo país o de la misma región, así que íbamos con los educadores y las personas voluntarias a jugar a criquet», explica Shamir. Este rato de deporte se acabó transformando en un espacio improvisando de refuerzo de la lengua catalana, ya que establecieron como norma hablando en catalán para poder jugar a criquet. Durante el verano, Shamir continuó haciendo voluntariado, ayudado con la organización de las actividades, los campamento y los campos de trabajo.
En este período, en el cual ha estado codo con codo con sus educadores y educadoras, ha aprendido todo el esfuerzo y dedicación que hay detrás de la intervención. «Era inconsciente de todo el trabajo que hacían, estando como voluntario lo he visto y me he quedado alucinado. Nos dedican muchas horas, nunca se nota que están cansados y siempre tienen ganas de hacerlo lo mejor posible, nos animan y nos dan motivación», afirma.
«Siempre está bien recibir esta ayuda en el ámbito del estudio, pero también en el ámbito de la vida, porque aprendes cosas que te marcan».
También reconoce el trabajo de las personas voluntarias, y como de necesarias son, tanto en la actividad diaria del Casal como a nivel personal. «Los voluntarios ayudan mucho. Siempre está bien recibir esta ayuda en el ámbito del estudio, pero también en el ámbito de la vida, porque aprendes cosas que te marcan«.