Llega setiembre y es el momento de volver a empezar en la escuela, el instituto, las actividades de formación o el trabajo. Los niños y niñas, adolescentes y jóvenes del Casal dels Infants lo hacen con las pilas cargadas, después que muchos de ellos y ellas hayan pasado el verano acompañados por la asociación y difrutando de actividades de ocio y aprendizaje.
Desde la última semana de junio hasta finales de julio, 990 chicos y chicas participaron en los casales de verano y 689 en las colonias, campamentos y campos de trabajo. En agosto, el Casal dels Infants ofreció 445 plazas en los casales de verano y 310 en las colonias. Estas actividades han ido dirigidas a chicos y chicas en situación de exclusión social de Barcelona (barrios de El Raval y el Besòs-Maresme); Sant Adrià de Besòs (La Mina y El Besòs); Santa Coloma de Gramenet (El Raval, Santa Rosa y Fondo); Badalona (Llefià y Sant Roc) y Salt
Las vacaciones empezaron con una gran fiesta en Badalona para reivindicar un verano para todo el mundo en igualdad de oportunidades. Contó con la participación de más de 650 niños y adolescentes acompañados por el equipo del Casal dels Infants y una treintena de jóvenes voluntarios. La directora general de la asociación destacaba entonces la importancia de la acción social de la entidad cuando los centros educativos cierran por vacaciones: “Las niñas y los niños tienen muchos días sin ninguna ocupación. Nosotros tenemos que abrir y ofrecerles un entorno educativo donde sigan aprendiendo y pasándoselo bien. En los barrios donde trabajos, con situaciones graves de vulnerabilidad, es especialmente importante garantizar este entorno educativo”.
Durante estos dos meses, los casales de verano han compaginado las actividades de juego, agua y diversión con los ratos para hacer deberes, consolidando así los aprendizajes adquiridos durante el curso. Las niñas y los niños han realizado salidas al Tibidabo, a Marineland, a la playa y a la piscina, entre otras.
En cuanto a las colonias y a los campamentos, han sido un espacio de convivencia con los compañeros y compañeras y una oportunidad para disfrutar de la naturaleza, un entorno que muchos de los chicos y chicas no habían tenido la oportunidad de descubrir.
Los campos de trabajo en Noarre (Pallas Sobirà), Olot (La Garrotxa) y Cambrils (Tarragona) han servido para reforzar la autonomías de los jóvenes, realizando tareas comunitarias y relacionándose con nuevos entornos y colectivos, como la gente mayor y los escoltes.