Precariedad, inestabilidad e incerteza. Son las palabras con la que se define la fragilidad de la situación económica y social actual. Vivimos en un contexto donde encadenamos crisis con otras: después de la caída económica del 2008, no dio tiempo de levantar la cabeza que la crisis sanitaria del covid-19 derivó a otra crisis económica, y el 2022 ha estado marcado por la crisis energética y el aumento del costo de vida.
Para los y las jóvenes, que se encuentran entre la adolescencia y la adultez, la escuela y el mundo laboral, las crisis económicas y el escaso tiempo de recuperación han generado un momento especialmente difícil para encontrar oportunidades formativas y laborales que les permitan emanciparse y empezar una nueva etapa vital como jóvenes adultos. Hemos hablado con Ayesha, Imane, Nendeep y Pol, del Casal dels Infants de Santa Coloma, para escuchar sus opiniones y reflexiones sobre la actualidad y las oportunidades de futuro.
“Yo tengo esperanza en el futuro, porque veo una consciencia real de las nuevas generaciones hacia un cambio, en temas sociales, medioambientales y políticos; veo un cambio positivo”, expresa con esperanza Pol, de 19 años. Es verdad que, en comparación con los jóvenes de generaciones anteriores, los actuales disfrutan de más acceso a la formación, al consumo y la ampliación de ciertos derechos y libertades. Las condiciones económicas para vivir una vida digna, pero, han empeorado.
Las personas jóvenes de la actualidad han crecido con las peores perspectivas económicas de los últimos 60 años, según se expone en el estudio de Oxfam Intermón y el Consejo de la Juventud de España, “La maldición de la eterna juventud”. Son especialmente vulnerables a las recesiones, puesto que con la destrucción del empleo y la precariedad, las oportunidades se reducen. Así, el mercado laboral inestable y un sistema de protección social que olvida la población joven —en Catalunya, en el conjunto de la población las transferencias sociales reducen a la mitad el riesgo de pobreza, mientras que entre los y las jóvenes solo lo reducen un 25%, según datos del Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat)— provocan que una de cada tres personas entre los 16 y los 29 años estuviera en situación de riesgo de pobreza o exclusión social el año 2021.
La búsqueda de trabajo como persona joven (y extranjera y racializada)
“Es muy difícil encontrar trabajo, te piden muchos años de experiencia y, como estoy estudiando, no puedo entrar en un trabajo de jornada completa”, explica Ayesha, de 20 años. A parte de la reducción de oportunidades para buscar trabajo, los y las jóvenes también han sido uno de los colectivos más afectados por la destrucción del empleo. En Catalunya, en el tercer trimestre del año pasado la tasa de paro juvenil era del 20%, más del doble que las personas mayores de 30 años (7,8%).
Tanto Ayesha como Imane, de 21 años, hace tiempo que buscan trabajo y han hecho muchas entrevistas. A Imane, que nació en Marruecos y llegó aquí con 2 años, se le suma la dificultad de no contar con la autorización para trabajar. Después de muchos intentos fallidos donde le denegaban los papeles, hace solo unos meses que le han aceptado el permiso de residencia, pero sin autorización para trabajar. La solución sería que la contrataran en un trabajo contrato indefinido de 30 horas a la semana, pero como estudia no podría combinarlo. Además, dice, nadie quiere hacer tantos trámites para contratar a alguien que no cuenta con autorización para trabajar. “Después de haber hecho muchas entrevistas, siento que nadie me quiere ayudar, no siento ningún apoyo”, explica Imane con frustración.
Ayesha, 20 años: “Es muy difícil encontrar trabajo, te pueden muchos años de experiencia y como estoy estudiando no puedo entrar en un trabajo a jornada completa”
Si no cambia nada antes, Imane tendrá que esperar cinco años para obtener esta autorización, afirma. Aparte de la desventaja de ser jóven, carga además con las desventajas de ser extranjera a pesar que hace 19 años que vive en Catalunya, y ser racializada. El racismo institucionalizado pone impedimentos a Imane a la hora de buscar trabajo —“¡tengo 21 años y necesito dinero!”, se queja — y para Ayesha es el racismo del día a día. “Veo salidas, pero te encuentras con racismo. Vas a una entrevista y te piden de donde eres, lo respondes, y entre ellos se miran raro”, explica.
Parcialidad y sueldos bajos: condiciones laborales inseguras
Otros jóvenes, como Pol y Nendeep, de 17 años, compaginan estudios con trabajo. Según el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España, la primera mitad del 2022 un 32,3% de la juventud ocupada estudiaba al mismo tiempo. En su caso, están contentos con el trabajo que tienen porque lo pueden combinar con sus estudios, a la universidad y a bachillerato, respectivamente, con un trabajo a media jornada que les permite tener sus gastos y contribuir económicamente en casa y a pagar los estudios.
Para jóvenes que también tienen trabajo, pero, tener una jornada parcial no es una opción, sinó la manera que han encontrado para ser contratados o contratadas. El 2022, más de la mitad de las personas entre 16 y 19 años que trabajaban en España lo hacían en jornada parcial, el 37,8% en el caso de los jóvenes de entre 20 y 24 años. El 2008, las cifras de la parcialidad en la ocupación juvenil eran bien diferentes: un tercio de los jóvenes de entre 16 y 19 años tenían contrato de jornada parcial, en el caso de los jóvenes entre 20 y 24 eran una quinta parte, según la Encuesta de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística (INE).
La prevalencia de las jornadas parciales entre la juventud empleada deriva, consecuentemente, a la debilidad salarial de este colectivo. El 2022, el 75% de personas jóvenes tenía un salario inferior a 20.000€ anuales y, por tanto, por debajo del salario medio español, que era de 25.165,51€. A parte de la diferencia generacional, es importante destacar la diferencia salarial por género, ya que los chicos cobraban un 17% más que las chicas.
El 2022, el 75% de personas jóvenes tenían un salario inferior a 20.000€ anuales, inferior al salario medio español (25.165,51€).
Un entorno inestable
Si a los salarios bajos les sumamos la subida de precios generalizada desde hace más de un año en el estado, la ecuación da como resultado una pérdida de poder adquisitivo de la población joven. Los precios suben a un ritmo muy superior al de los salarios: desde el 2006, el Índice de Precio de Consumo ha subido un 34,6% según datos del INE, mientras que los salarios normales de los jóvenes menores de 25 años ha subido solo un 15%.
También, el aumento del precio de la vivienda suma dificultades al camino hacia una vida autónoma e independizada para los y las jóvenes. Tener un piso en propiedad casi deja de ser una opción, y la población jóven se ve abocada a un mercado de alquiler también prohibitivo. Durante la primera mitad del 2022, la diferencia entre el poder adquisitivo de la población jóven y los precios de mercado de los pisos de alquiler era tan abismal que el precio medio de un piso de alquileres equivalía al 106,6% del sueldo neto de una persona jóven en Catalunya, según el Consejo de Juventud de España.
La primera mitad del 2022, el precio medio de un piso de alquiler equivalía al 106,6% del sueldo neto de una persona joven en Catalunya.
En estas circunstancias, las posibilidades de los jóvenes por emanciparse, es decir, vivir independientemente de su familia, han empeorado y son cada vez más reducidas. La tasa de emancipación en el último trimestre del 2022 en Catalunya era del 18,9%, una de las más altas del estado (15,9%), pero la cifra continúa siendo baja en comparación a la media europea (32,1%).
“Lo veo muy chungo. Los precios de todo están subiendo, y la gente que trabaja sigue cobrando lo mismo, la gente que cobra una pensión sigue cobrando lo mismo”, concluye Imane, preocupada.
En el Casal dels Infants, los y las jóvenes encuentran diferentes espacios seguros donde los acompañamos en este momento de hacerse mayor en tiempos de incertidumbre. A parte del Casal Jove, que es un espacio de ocio educativo donde reciben acompañamiento y apoyo en los estudios y las oportunidades educativas y laborales, el programa de Becas les da la oportunidad de seguir estudiando más allá del instituto, y el programa de Formación e Inserción Laboral les ofrece diferentes cursos y formaciones para hacer los primeros pasos en el mundo laboral. En cuestión de vivienda, el Servicio de Transición a la Autonomía (STA) da un hogar en un piso compartido, así como acompañamiento en los itinerarios educativos y formativos y en trámites administrativos, a jóvenes en situación de calle o extutelados.
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