Tchacka Doumbia nació en Mali hace 28 años, y hace 12, cuando tenía 16, unos chicos de su pueblo le dijeron que si se iba a Barcelona conocería Xavi, su gran ídolo, e incluso que podría hacerse futbolista y jugar con él. «Con la ropa que llevaba puesta me marché. Me comieron la cabeza, yo no tenía ni idea de qué me esperaba ni donde estaba Barcelona en el mapa, era solo un niño con un sueño», explica. Después de un proceso migratorio largo y duro, cruzando el desierto y el Mediterráneo, consiguió llegar a Catalunya, donde todo era nuevo. «Iba como un pollo sin cabeza», explica.
Hoy, Tchacka tiene la oportunidad de hacer realidad el sueño de aquel niño. Ve un entreno del primer equipo masculina del Barça y, al terminar, conoce Xavi. «No tengo palabras», dice al terminar. Pero sí que le han salido, las palabras, repasando sus últimos años en Barcelona. Desde que está aquí no ha parado de esforzarse en formase para tirar adelante: apender catalán y castellano, hacer cursos formativos… Pero no se habían acabado los escollos. Lo más difícil fue y aún es conseguir el permiso de residencia con autorización a trabajar- De hecho, tantos años después, aún está pendiente de conseguir la autorización para trabajar. La reforma del reglamento de estrangería de finales del 2021 rebajó los requisitos para poder conseguir este permiso a la joventud migrada extutelada, pero Tchacka no pudo acceder porque era mayor de 23 años, el tope de edad que fijaba la ley.
«Ahora ya no sueño en ser futbolista. Sé el sacrificio que hay detrás y cómo cuesta llegar allí», explica. A pesar de esto, el fútbol sí que sigue presente en su día a día: entrena a equipos de niños y niñas del C.D. Almeda. Más allá de enseñarles a jugar, para él es importante transmitir valores como el respeto por los compañeros y la no discriminación por ninguna condición. Quiere evitar, entre otras cosas, que normalicen y reproduzcan actitudes racistas que él ha sufrido.
En la misma línea, en el taller «Podrías ser tu» de nuestro programa de educación en valores de la Escola Suma, Tchacka ofrece charlas y juegos de rol a escuelas e institutos, para que el alumnado sea consciente de las desigualdades que nos rodean y, con pensamiento crítico, tome conciencia de qué puede hacer para combatirlas.