En un rincón de la sala, haciendo preguntas para animar la interacción entre todas ellas, Sara Ruiz, educadora del proyecto, era la persona indicada para explicar el contexto y el objetivo de dDones-Lleva’t: “El proyecto se dirige a mujeres de entre 16 y 30 años de Sant Adrià de Besòs, prioritariamente de La Mina”, comentaba. “Muchas de ellas han perdido la motivación para estudiar, no trabajan, se casan muy jóvenes y tienen hijos. Se encuentran con muchas cargas familiares y una situación de pobreza que se perpetúa entre mujeres de generación en generación”.
¿Qué les hace falta, pues, para romper este círculo de exclusión social? “Un espacio para desarrollar competencias que mejoren su ocupabilidad, y que así se inserten en el mundo laboral. Es lo que tratamos que puedan conseguir en el proyecto, concretamente en el ámbito de los hornos y las cafeterías”.
Y es lo que trata de conseguir Julia Amaya, una de las participantes. A sus 21 años ya había hecho varios cursillos y formaciones, pero ninguno había sido un punto de inflexión para redirigir su futuro. “Al principio pensé, ¿un curso más? Pero recordé lo que siempre le decía a mi madre cuando pasábamos por una panadería: que sí que me veía trabajando allí, que me gustaría probarlo”.
Julia: «Recordé lo que siempre le decía a mi madre cuando pasábamos por una panadería: que sí que me veía trabajando allí, que me gustaría probarlo”
Y lo probó. La primera fase, al entrar en el dDones-Lleva’t, es pasar por el espacio de desarrollo competencial básico, en el que las mujeres y el equipo del proyecto se conocen y trabajan competencias de manera transversal y bastante lúdica. “Nos enseñaron a utilizar el ordenador, el correo electrónico, a respetarnos, a tener buena actitud…Cada día hablábamos un rato en catalán y teníamos que saber decir nuevas palabras en inglés”, comentaba Julia añadiendo un hello, un goodbye, un sorry y para rematarlo un thank you. Y que decía al respecto Sara? “Las chicas llegan dispersas. Hace tiempo que han dejado el circuito académico y no tienen la habilidad de estudiar. Tienen que dar un salto muy grande para conseguir una inserción laboral”.
Una vez trabajadas las competencias básicas, el siguiente escalón es la formación técnica dual, que consta de cinco cápsulas formativas como paso previo a hacer las prácticas en el sector del horno y la cafetería. En el caso de las chicas que tienen experiencia previa en procesos formativos o en la atención al cliente, como es el caso de Julia, pueden hacer directamente las prácticas.
El primer día que Julia fue a Cloudstreet Bakery estaba un poco asustada. Y también Dolores, su madre, que a media merienda lo explicaba: “Se tenía que levantar a las cinco de la mañana, y nos daba miedo que le pasara algo en el camino al trabajo. Pero ya se ha adaptado, todo va bien”. Los miedos de Julia venían del hecho de tener que estar a la altura del reto: “Al principio no sabía utilizar la caja registradora, ni qué era cada producto… ¡Pero cuando llevaba una semana ya me lo había aprendido todo! Cada vez me gusta más. Ahora ya sé que es lo que más se vende, por ejemplo”.
La inseguridad inicial de las chicas al principio del proceso no es casual. Tinene mucho que ver con su baja auotestima y la sobreprotección de las familias. Ante esta situación, el dDones-Lleva’t quiere dejar una semilla de confianza en las chicas y en su entorno. “La comunidad gitana, a la que pertenecen, se encuentra socialmente excluida. Tenemos muchos tabús y prejuicios por romper, fuera y dentro de la comunidad. Muchos obstáculos que tienen las mujeres los ponen las mismas familias. ¡Las tienen que dejar salir de las cajitas!”, decía Sara.
Las cajitas, como dice Sara, parecían estar abriéndose, escuchando a Dolores: “Vale la pena que las madres apoyen a sus hijas, porque la formación es un bien para ellas. La venda ambulante no da para nada… A mí también me hubiera gustado tener un trabajo así, pero no sé leer ni escribir”. En otras palabras: el paso delante de las mujeres es imprescindible para el progreso social en cualquier ámbito, pero todavía lo es más en la comunidad gitana. O como apuntaba Sara: “Si las madres entienden que son muy importantes en el proceso de apoderamiento de sus hijas, harán que los obstáculos de las chicas sean más pequeños, y esto se transmitirá de generación en generación entre mujeres y provocará una transformación real”.
Dolores: “Vale la pena que las madres apoyen a sus hijas, porque la formación es un bien para ellas. La venda ambulante no da para nada… A mí también me hubiera gustado tener un trabajo así, pero no sé leer ni escribir”
Hoy, Julia, que aquella tarde recogía un diploma por haber empezado las 100 horas de prácticas en la formación, ya ha entrado en el espacio de búsqueda de trabajo, la última fase del proyecto. Con el apoyo de seis personas voluntarias del equipo buscará una empresa comprometida con la igualdad de oportunidades que le pueda ofrecer un primer contrato de trabajo, cerrando así el proceso de inserción laboral. También Mari, otra de las participantes, que el día de la merienda iba acompañada de su hija. Sus compañeras, en este momento 25 mujeres, seguirán sus pasos para completar la hornada de mujeres luchadoras.
El proyecto dDones-Lleva’t lo impulsan conjuntamente PES La Mina y el Casal dels Infants, con el apoyo de Obra Social La Caixa.