Las persianas de los comercios de la calle Junta de Comerç, en el barrio del Raval, empiezan a bajar, menos una, la del Casal dels Infants. Son casi las nueve de la noche, y chicos y chicas caminan bajo las luces de colores de la calle, con motivo de las fiestas, para llegar hasta el local del Casal.
Esta noche, el Casal sigue abierto para recibir los y las participantes del Servicio de Transición a la Autonomía (STA), y celebrar la cena de final de año con compañeros, compañeras, equipo educativo y personas voluntarias. Los y las jóvenes, agrupados por pisos, han cocinado diferentes platos para compartir entre todos y todas. Se ven platos típicos de Marruecos, Ucrania, Senegal y también de cocina catalana y española.
Estos y estas jóvenes forman parte del STA, un servicio donde acompañamos a jóvenes mayores de 18 años sin referentes familiares, que no tienen acceso a una vivienda estable, y donde les garantizamos un piso compartido con otros jóvenes, un itinerario de formación e inserción laboral y una red de apoyo. Actualmente, el servicio dispone de siete pisos, uno llamado «piso puente», creado para dar respuesta a las dificultades que se encuentran para conseguir alquiler como jóvenes, algunos de ellos migrados, en plena crisis de la vivienda, y permitir a aquellos que ya tienen un trabajo poder ahorrar antes de afrontar la vida laboral y adulta por su cuenta. De «volar libremente y por su cuenta», como dice Hammid Benhammou, educador responsable del STA.
Caras nuevas y caras conocidas
Esta noche han venido a la cena 18 chicos y chicas, del total de 27 participantes que tiene el servicio actualmente. Algunos y algunas no han podido venir, pero, por un buen motivo: porque están trabajando o estudiando. Y este es el objetivo del STA: acompañar estos jóvenes en la búsqueda de oportunidades educativas, formativas y laborales, que les faciliten poderse emancipar y dejar la plaza libre para el próximo joven que lo necesite.
Cenas como esta, que ya son toda una tradición, son una oportunidad para juntar todos los chicos y chicas del STA, reencontrarse con los conocidos, y conocer las personas que han entrado hace poco. Como Hayat, de 21 años, que a penas lleva dos semanas viviendo en uno de los pisos para chicas del STA. Viene con sus compañeras de piso, Judit, catalana, y Wisale, marroquina, ambas de 20 años. A pesar de haberse conocido recientemente, la confianza, las risas y la alegría que comparten parece la de años de amistad, la de ya ser familia.
Hayat, proveniente de Algeria, pero ya conoce algunos y algunas de las jóvenes con quien no comparte piso. Coincide con ellos en las clases de castellano y catalán que el Servei d’Acollida del Casal hace cada mañana de lunes a viernes. «Estoy muy contenta con las clases, y el profesor y los chicos y chicas son todos muy buenos», explicaba. Y a quien no conoce, Judit y Wisale se encargan de presentárselos.
Compartir comida es hacer familia
La mesa de la cena de hoy luce las delicias que los y las jóvenes han cocinado para celebrar el cierre de años juntos y juntas. Cada piso explica a los compañeros y compañeras el plato que han preparado y como lo han cocinado.
Hayat, Judit y Wisale han traído a la cena bistela, una comida marroquí hecha con hojaldre y relleno de queso y pollo. Amadou (19) ha traído chepa gen, arroz con pez cocinado como lo hacen en Senegal. Nazar (19) ha cocinado dos platos típicos de Ucrania: vareniki, el plato nacional del país, una pasta rellena de patatas y hervida, y mlyntsi, como una masa enrollada y rellena de queso dulce.
Con los platos escurados y las barrigas llenas, queda un detalle para celebrar las fiesta como es necesario: igual que los y las pequeñas del Casal, a los y las jóvenes también les toca abrir regalos. Cada uno recibe un altavoz nuevo, y cada piso, utensilios de cocina y un electrodoméstico por estrenar. Quizás algunos los utilizarán para cocinar la cena del año que viene, quizás otros ya han podido dejar su plaza en el piso del STA. Lo que es seguro, es que todos y todas estarán invitados y se podrán reencontrar un año más.