La escuela está cerrada, hay luz en la calle, y en el Casal también. Y la tarde del 22 de diciembre la luz se quedó encendida hasta bien pasadas las diez de la noche, mientras los chicos y chicas del Servicio de Transición a la Autonomía (STA), ex participantes, las personas voluntarias y el equipo educativo que los acompañan en su día a día cenaban juntos y juntas para celebrar las fiestas en familia.
Hacia las ocho de la tarde, los chicos y chicas del STA iban llegando al Casal, con sus compañeros y compañeras de piso o en representación de su piso, ya que algunos jóvenes no pudieron asistir. En las manos, algunos traían una bolsa de plástico que transportaba y escondía las delicias que habían cocinado y que más tarde podrían comer; y en la cara, todos llevaban una sonrisa de oreja a oreja.
Antes de cenar, pero, todos se pusieron en rotllana para explicar cómo había sido el año 2022, organizarse para las actividades del Casal de Invierno, y prepararse para el 2023. El STA es un servicio dónde acompañamos a jóvenes mayores de 18 años sin referentes familiares, que no tienen acceso a una vivienda estable, y dónde les garantizamos un piso compartido con otros jóvenes, un itinerario de formación e inserción laboral y una red de apoyo.
Laia Ribas, responsable de Jóvenes del Casal dels Infants del Raval, hizo saber que este año 2022 había sido uno de los años con más entradas y salidas de jóvenes en el servicio, y que algunos de estos jóvenes que pudieron irse habían conseguido trabajo. Con la reforma del Reglamento de Extranjería el noviembre de 2021, muchos procesos burocráticos se han desencallado y ha permitido a algunos chicos y chicas conseguir la documentación para buscar trabajo y, así, poder dejar su plaza en el servicio libre para otro jóven. A pesar del cambio legislativo, aún quedan jóvenes que continúan encontrando obstáculos para obtener los papeles.
La rotllana también fue un buen momento para explicar la dinámica de la cena: cada piso había preparado y cocinado un plato para compartir durante la cena. Un o una portavoz de cada piso explicaba el plato, como estaba hecho y competían entre todas para saber quien se había pasado más horas cocinando. De entre seis platos, el jurado, formado por las personas voluntarias, tenían que valorarlos y escoger los tres mejores, los que recibieron una paella nueva y menaje de cocina como premio.
La cena es una tradición del STA, pero no se había podido celebrar desde 2019 por las restricciones de la pandemia del covid-19. Fue una oportunidad para que los chicos y chicas del STA se reunieran, para hablar con aquellos jóvenes que han podido dejar el piso del STA porque han encontrado un sitio donde vivir, y para reconectar con personas voluntarias, como Abdel, que después de un año sin verse, se encontró con Eduardo, quien había sido su referente anteriormente. “Es muy buena persona, y siempre pregunta por mi. Te acompañan, te ayudan, te dan muy buenos consejos, como el Casal”, explicaba Abdel hablando de personas voluntarias.
Con los platos vacíos y las barrigas llenas, el jurado nombró los tres platos ganadores y repartieron los premios. También hubo tres menciones especiales por originalidad e ingenio, por haber cocinado solo, y por ser la primera vez que participaban en la cena. Al final, todos y todas ganaron. Por técnicas culinarias, por los regalos que cada piso recibió, y por la compañía y rato compartido.
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