En el Casal dels Infants cerramos el año alertando de la exclusión social cronificada que sufren muchas familias en Cataluña y reclamando más espacios de acompañamiento para que los jóvenes hagan una transición segura a la adultez. Este llamado de atención lo realizamos el 19 de diciembre durante la presentación de nuestro balance del año 2018, en el que analizamos la situación de más de 7.000 personas socialmente desfavorecidas que acompañamos a través de 60 servicios educativos y de participación comunitaria.
La directora general de la asociación, Rosa Balaguer, destacó que los indicadores de exclusión social y de desigualdad no han recuperado los valores previos a la crisis económica: “No es una cuestión de la coyuntura, sino que la exclusión es una losa del sistema”. Las situaciones de vulnerabilidad, añadió, se concentran y se acumulan en los niños y niñas, los hogares monoparentales, las familias con hijos a su cargo, las mujeres y los migrantes: “Es muy fácil sumar más de uno de estos factores de riesgo: cuanto más se acumulan, más vulnerabilidad se sufre”.
En este contexto de exclusión estructural, la entidad considera preocupante el empeoramiento de las condiciones de vivienda y de los ingresos del hogar entre las familias desfavorecidas. Un 30% de las familias que participan en el Casal dels Infants vive en condiciones insufucientes en su vivienda. Esta exclusión residencial es grave para una de cada cinco familias. Por otro lado, casi la mitad no tiene ingresos estables derivados de la actividad laboral. Frente a todas estas situaciones acumuladas, Balaguer incidió durante la presentación del balance en “la carga emocional que arrastran las familias que tienen que gestionar la miseria”.
Combatir la exclusión educativa
Balaguer expuso que la vulnerabilidad de las familias se suma al riesgo de exclusión educativa de sus hijos e hijas, debido a las situaciones de segregación escolar, la complejidad en los centros, la baja escolarización en la franja de los 0 a los 2 años y a la falta de acceso a la educación fuera de la escuela. Estos factores se concentran en los barrios más desfavorecidos.
Ante este contexto, el Casal dels Infants ha acompañado este año cerca de 2.600 niños y niñas de 0 a 16 años mediante sus servicios educativos y de ocio, con el objetivo de generar igualdad de condiciones a estos chicos y chicas de cara al éxito educativo: “Estamos ofreciendo espacios educativos y ocio fuera del horario lectivo para quienes más lo necesitan, y hacen falta más. También velamos para que las familias refuercen sus competencias y participen más en la comunidad, las apoyamos en sus necesidades básicas y les ofrecemos acompañamiento jurídico”, explicó la directora general de la asociación.
Entre los diferentes servicios de la entidad dirigidos a la infancia y las familias, Balaguer destacó el programa Reforç de l’Alimentació Infantil en l’ESO (RAI ESO), un espacio de mediodía con servicio de comedor escolar y actividades educativas impulsado por la Fundació Probitas y que el Casal dels Infants desarrolla en Salt y Santa Coloma de Gramenet —en este último municipio, con el apoyo del Ayuntamiento colomense—: “La implantación de la jornada compactada desde 2012 ha hecho que muchos institutos dejaran de ofrecer el servicio de comedor y, como consecuencia, redujeran el tiempo educativo diario. Lo consideramos un retroceso y le hacemos frente a través del RAI ESO”.
Familias acompañadas y participativas
Otro aspecto que el Casal dels Infants ha reforzado es la participación de las familias y los espacios de empoderamiento para mujeres, con iniciativas como la configuración del Grupo Motor de Familias en el barrio del Raval, liderado por madres de los servicios de infancia que se han organizado para proponer actividades para realizar con sus hijos e hijas y compartir un espacio de apoyo mutuo. Balaguer reivindicó esta apuesta por la participación comunitaria en el espacio público como una herramienta para “fortalecer la convivencia y desestigmatizar los barrios desfavorecidos”.
Entre las demandas de las familias recogidas por la asociación destaca la necesidad de ser orientadas en el proceso de crianza, contar con más espacios de participación y tener al alcance recursos de formación e inserción sociolaboral: “Las familias que más luchan para salir adelante reclaman ser más escuchadas y reconocidas”, señaló Balaguer.
Transición de riesgo a la adultez
En cuanto a la situación de los jóvenes en Catalunya, la entidad alerta en su balance: “Nos preocupa especialmente la falta de servicios y recursos para los jóvenes desfavorecidos, que supone que en la transición hacia la adultez de estos chicos y chicas aumente el riesgo de exclusión social”.
En el Casal dels Infants uno de cada tres adolescentes participantes no continúa sus estudios postobligatorios peses a haber acabado la ESO, señaló Balaguer: “Hay una falta preocupante de servicios y recursos para dar continuidad al acompañamiento de los chicos y chicas cuando pasan a ser jóvenes. Así es muy difícil que continúen estudiando y puedan definir con garantías su itinerario de futuro”. Los diferentes Casals Joves de la asociación han acompañado este año a 220 jóvenes de 16 a 21 años.
Formación e inserción: abriendo puertas a la inclusión
Peses a que los programas públicos para la formación y la inserción social y laboral de jóvenes han aumentado, los colectivos con menos competencias y trayectorias educativas cortas no siempre pueden acceder a estos servicios. Para dar respuesta a esta situación, este año el Programa de Formació i Inserció Social i Laboral del Casal dels Infants ha enfocado sus itinerarios formativos hacia estos perfiles. Cerca de 800 personas han sido formadas, y el éxito consolidad o de la formación dual con la participación de empresas colaboradoras ha sido clave para conseguir cerca de 190 inserciones laborales.
La oferta formativa del programa ha reforzado las competencias lingüísticas como estrategia para mejorar la ocupabilidad y ha mantenido la apuesta por formaciones no masculinizadas. Un ejemplo de ello es el servicio dDones-Lleva’t, impulsado conjuntamente por la Plataforma d’Educació Salesians y el Casal dels Infants, con el apoyo de la Obra Social La Caixa, que ha formado a cerca de 60 mujeres jóvenes en el sector de las panaderías y cafeterías.
Jóvenes solos
Ante el aumento de la llegada de menores no acompañados y a la falta de una respuesta a tiempo y adecuado por parte de las instituciones, Rosa Balaguer señaló los déficits estructurales del sistema de protección a la infancia y la falta de previsión de recursos: “Los derechos de estos chicos y chicas se deben garantizar siempre, sea cual sea la coyuntura. Es una obligación institucional y una responsabilidad colectiva”. Durante 2018, 105 jóvenes no acompañados han participado en los distintos servicios del Casal dels Infants, de los cuales 14 son menores de edad.
La asociación considera que es necesario mirar más allá de la situación de los menores y reforzar los servicios de acompañamiento para aquellos jóvenes que, una vez son mayores de edad y dejar de ser tutelados por los centros de menores —o bien llegan a Catalunya siendo mayores de edad—, siguen necesitando apoyo para salir adelante. El Servei de Transició a l’Autonomia (STA) del Casal dels Infants, que este año ha acompañado a 50 jóvenes, responde a esta necesidad. El STA ofrece a chicos y chicas solo y sin vivienda estable un itinerario para reorientar su futuro, poniendo a su alcance cinco pisos compartidos y la vinculación a un programa de formación e inserción sociolaboral.
La otra gran apuesta de la entidad es colaborar con las entidades sociales de Marruecos para ofrecer oportunidades a los jóvenes y a los colectivos más vulnerables, fortaleciendo la red social para la defensa de los derechos sociales. Los programas Incopora y DAAP en Marruecos, que la entidad desarrolla en alianza con entidades locales, trabajan la formación e inserción laboral y participativa de jóvenes en Tánger y Casablanca.