En Catalunya, el 13,5% de los niños y niñas de entre 4 y 14 años de clase social menos favorecida tienen probabilidades de sufrir un problema de salud mental, más del doble que los de la clase social más favorecida (6%), según la Encuesta de Salud de Catalunya de 2020. En la misma línea, un estudio reciente de la Agencia de Salud Pública de Barcelona indica que los menores con riesgo de sufrir un deshaucio o que viven en una vivienda sin contrato legal, tienen un nivel de mala salud mental 10 veces superior al de la media de la población. Entre las personas mayores de 15 años, el patrón es similar: quien pertenece a una clase socials desfavorecida o tienen un bajo nivel de estudios tiene más malestar emocional, y las mujeres se ven más afectadas que los hombres.
Las desigualdades, queda claro, influyen en nuestra salud mental y en el bienestar emocional, como lo hacen en todos los ámbitos de la vida, y desde el Casal dels Infants lo observamos día tras día. «Si estás excluido, no perteneces. Y si no perteneces, estás aislado. El aislamiento, para cualquier profesional, es uno de los principales factores de riesgo para la salud mental de las personas», explica Daniela Parodi-Herz, psicóloga del programa CaixaProinfància que atiende a familias del Casal dels Infants. Alba Thompson, también psicoterapeuta del programa y especializada en niños y niñas, coincide: «Una sociedad aislada es una sociedad frágil».
Un apoyo naturalizadao, intensivo y frecuente
Este apoyo psicoterapéutico dentro del programa Caixa Proinfància consiste, en una preimera etapa, en la valoración de la necesidad y la viabilidad de acompañar a los niños, niñas y familias que han manifestado malestar emocional. Esta detección se lleva a cabo con el apoyo del equipo educativo, y se tiene en cuenta si la situación de cada persona requiere un apoyo intensivo o si es necesaria una derivación a otros servicios especialidados de una duración más larga en el tiempo. Una vez evaluado cada caso, el programa ofrece 18 sesiones con cada persona o familia, con el objetivo de trabajar una situación concreta de malestar emocional. «No encontramos en el Casal —también en las escuelas, en el caso de los niños y niñas—, sin que tengan que venir a un centro especializado, y así naturalizamos el servicio. Las sesiones son frecuentes, algo que la red pública de salud mental no puede ofrecer porque está saturada», explica Daniela.
Daniela Parodi-Herz: “Nos encontramos en el Casal y las sesiones son frecuentes ,cosa que la red pública de salud mental no les puede ofrecer porque está saturada”
Las situaciones que hacen que los niños, niñas y familias necesiten este acompañamiento son distintas, pero tienen en común el riesgo de exclusión social, valora Alba: “Nos encontramos con situaciones de total vulnerabilidad. Son personas que parten desde un escalón más bajo en la vida, y esto genera miedo y dificultad para poder afrontar cualquier amenaza”. Este contexto desfavorecido agrava otras situaciones que habitualmente generan malestar emocional en las familias. Por un lado, señala Daniela, las que afectan la organización familiar, como pueden ser las separaciones de parejas con hijos a cargo, la gestión del paso de la infancia a la adolescencia o los vínculos familiares después de un proceso migratorio. Por otro lado, las que son reactivas a un hecho inesperado, como la muerte de un familiar o tener que afrontar una enfermedad.
Alba Thompson: “Nos encontramos con situaciones de total vulnerabilidad. Son personas que parten desde un escalón más bajo en la vida, y esto genera miedo y dificultad para poder afrontar cualquier amenaza”
Entre este malestar causado por hechos inesperados, en los últimos meses ha irrumpido claramente la pandemia, que según Alba ha generado tres crisis: el miedo a la enfermedad, la incertidumbre y la alteración de los vínculos. Los conflictos intrafamiliares en algunos casos se han complicado, especialmente a raíz del confinamiento, y las demás relaciones sociales se han debilitado con las restricciones a la movilidad, generando aislamiento: “Con las familias hemos trabajado pautas de convivencia para que se sintieran seguras en esta situación excepcional, y también hemos hecho mucho trabaja psicoeducativo, ayudando a entender las recomendaciones sanitarias y la importancia de seguirlas”, apunta Daniela.
Una red preventiva y de vínculos seguros
Volviendo al aislamiento como un factor de riesgo clave para la salud mental, ambas psicoterapeutas destacan la importancia que tienen para los niños, niñas y familias contar con espacios de socialización y apoyo. En este sentido, valoran muy positivamente la función del Casal dels Infants: “El Casal ofrece esta red, este forma de envolverlas”, comenta Daniela. “Es un servicio mucho más cercano que cualquier otro, con el que los chicos y chicas y las familias establecen una relación de confianza continuada que no encuentran en ningún otro espacio. Esto también hace que los educadores sean un enlace tremendamente importante para nosotras como psicólogas”.
Daniela Parodi-Herz: “ Los chicos y chicas y las familias establecen una relación de confianza continuada que no encuentran en ningún otro espacio”
Alba valora como ganar esta confianza dentro del ámbito del Casal ayuda a tener más seguridad en otras esferas: “Muchas veces las familias no saben a quién recurrir y están desbordadas, y en el Casal encuentra alguien que las mira, que puede estar sólo por ellas. Si tú sabes que puedes hablar con una persona y establecer un vínculo seguro, esto te ayuda a establecer otros vínculos seguros con el exterior”.
Alba Thompson: “Si sabes que puedes hablar con una persona y establecer un vínculo seguro en un espacio seguro, esto te ayuda a establecer otros vínculos seguros con el exterior”
Esta función del Casal tiene un fuerte componente preventivo, ya que ayuda a detectar y atender situaciones que podrían agravarse en el tiempo. “Un niño absorbe lo que tiene a su alrededor para construir la estructura de su personalidad, y si está sano es muy probablemente que sea un adulto sano. Cualquier situación emocional que no se acompaña y se trabaja con apoyo en la infancia, en cambio, después tiene un efecto multiplicador en la adultez”.
Actuar contra las desigualdades, requisito para la salud mental
Así pues, el papel que las entidades sociales jugamos en la prevención y detección del malestar emocional en la infancia y las familias es principal, desde un enfoque de salud mental comunitaria. En la raíz del problema, sin embargo, volvemos a topar con las desigualdades estructurales: el 26% de la población en Catalunya vive en riesgo de pobreza o exclusión social —entre los niños y niñas, uno de cada tres se encuentra en esta situación—. Cuando la salud mental se agrava a raíz de las situaciones de exclusión social, estamos hablando de un problema colectivo y no individual. Afrontarlo exclusivamente desde lo servicios de salud mental es insuficiente, y es necesario que las administraciones públicas apliquen políticas efectivas para corregir las desigualdades y garantizar los derechos sociales. En este sentido, reclamamos que el Pacte Nacional de Salut Mental que quiere impulsar el govern de la Generalitat tenga muy en cuenta esta relación entre exclusión social y malestar emocional.
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